domingo, 2 de mayo de 2010

Un mousse à bord

Le Marin d'Angers llegaba esta mañana dispuesto a estrenar su reciente titulación náutica. Mi Capitán le daba unas breves instrucciones y soltábamos amarras.
Día soleado y con escaso viento. Salimos por la bocana izamos velas y todo queda flameando. A poca distancia al SW se ve el mar más oscuro, señal de que sopla algo más de viento. Encienden motor y se dirigen hacía esa dirección.
Al llegar alllí, 8-10 nudos reales del SW nos esperaban a una milla de distancia.


Ahora si que puedo navegar, apagan motor y hacemos todos los rumbos. Navegamos de ceñida cerrada, navegamos a un descuartelar, navegamos de través con mayor génova y trinqueta,


navegamos de largo y la popa la dejamos para otro día porque nos falta viento. Hemos llegado a alcanzar velocidades superiores a los 7 nudos de GPS en el descuartelar.


Mi Capitán ni tan siquiera ha cogido el timón, le ha traspasado toda le responsabilidad al motivado novato y él se ha puesto el mono de trabajo. Creo que ha terminado agotado de tanto bordo y enrrollar y desenrrolar génova.


Tres horitas en el mar navegando y aprendiendo muchas cosas en poco tiempo.
Los catavientos, podría ser el título de la clase de hoy. No estan de adorno, están para sacarle el máximo provecho al viento existente para un rumbo establecido.


Varias jornadas como esta es lo que necesita Le Marin d'Angers para ir cogiéndole el feeling al tema de la vela. Le ha dicho Mi Capitán que pronto se lo llevará de regatas, que allí es donde se aprenden las cosas...
Al llegar al puerto, las bellas damiselas les esperaban con Le Petit Enfant.



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