Amanece un soleado día en Porto Colom. Mi Capitán y McAlmirant, madrugadores ellos, se dirigen a tierra en La Auxiliar en busca de pan del día mientras La Sirenita y Magic Sunday siguen durmiendo. De regreso preparan un buen desayuno y deliberan sobre los planes del día, porque según el planning de la semana, ayer hubieramos tenido que dormir en Porto Cristo y hoy en Porto Colom, pero como que ya estamos en Porto Colom, pues habrá que buscar un plan alternativo para pasar el día
.
Las deliberaciones duran un buen rato y finalmente deciden ir a pasar el día a Cala Magraner, tres millas al norte de Porto Colom y luego volver pronto para bajar a tierra y realizar una visita cultural por la zona. Es una pequeña bahía con tres calas muy bonitas. De Sur a Norte tenemos Cala Virgili, Cala Barquetas y Cala Magraner.
Llegados a nuestro destino y tras comprobar que las calas son muy, pero que muy pequeñitas y no caben más de uno o dos barcos en cada una de ellas, se deciden por Cala Magraner como estaba previsto, que resulta ser la más grande de las tres y en la que no hay nadie, también es verdad que es la más abierta a mar, pero resulta ser la elegida.
Mi borneo es bastante marcado, provocado por las olas que entran a la cala, que son la resaca del mar que se formó ayer tarde.
Fondean en el mismo centro de la cala, entre unos acantilados donde se practica la escalada y me dejan para bajar a la playa y pasar alli la mañana, entre lecturas, juegos de palas y práctica de la natación.
Cala Magraner es totalmente virgen, hay muy poca gente, cuatro familias que han accedido por un sendero que hay tierra adentro. Hay varios grupos practicando la escalada en los acantilados y hay bastantes abejas.La mañana resulta de lo más entretenida y a la hora de comer regrasan a bordo. Como que me muevo bastante, deciden levar ancla e ir a comer a la bahía de Porto Colom, donde estaran mucho más tranquilos.
La Sirenita y Magic Sunday se encargan de la maniobra en proa. En menos de una hora entramos en la bahía, en la que hay menos barcos que cuando llegamos ayer y deciden intentar fondear más adentro para estar más cerca de tierra. Finalmente me fondean al final del canal balizado, al lado de estribor, a una profundidad de menos de cuatro metros, un sitio fantástico.
Comen, sobremesa, bañitos y se van a tierra de excursión. Visitan el paseo marítimo, los embracaderos de la zona de fondeo de boyas y realizan varias compras de productos frescos para la cena. Regrasan a las 21:30 con un nuevo cargamento de cervezas y de vino. entre otras cosas. Me comentan que han conocido a una simpática lugareña llamada María y que han visto unos embarcaderos muy curiosos en el otro lado de la bahía, en el de las boyas.
También oigo comentar que esta noche van a dar buena cuenta del pulpo que guardaba en mi congelador, digo guardaba porque antes de bajar a tierra ya lo han dejado descongelándose.
Llegados a nuestro destino y tras comprobar que las calas son muy, pero que muy pequeñitas y no caben más de uno o dos barcos en cada una de ellas, se deciden por Cala Magraner como estaba previsto, que resulta ser la más grande de las tres y en la que no hay nadie, también es verdad que es la más abierta a mar, pero resulta ser la elegida.
Mi borneo es bastante marcado, provocado por las olas que entran a la cala, que son la resaca del mar que se formó ayer tarde.
Fondean en el mismo centro de la cala, entre unos acantilados donde se practica la escalada y me dejan para bajar a la playa y pasar alli la mañana, entre lecturas, juegos de palas y práctica de la natación.
Cala Magraner es totalmente virgen, hay muy poca gente, cuatro familias que han accedido por un sendero que hay tierra adentro. Hay varios grupos practicando la escalada en los acantilados y hay bastantes abejas.La mañana resulta de lo más entretenida y a la hora de comer regrasan a bordo. Como que me muevo bastante, deciden levar ancla e ir a comer a la bahía de Porto Colom, donde estaran mucho más tranquilos.
La Sirenita y Magic Sunday se encargan de la maniobra en proa. En menos de una hora entramos en la bahía, en la que hay menos barcos que cuando llegamos ayer y deciden intentar fondear más adentro para estar más cerca de tierra. Finalmente me fondean al final del canal balizado, al lado de estribor, a una profundidad de menos de cuatro metros, un sitio fantástico.Comen, sobremesa, bañitos y se van a tierra de excursión. Visitan el paseo marítimo, los embracaderos de la zona de fondeo de boyas y realizan varias compras de productos frescos para la cena. Regrasan a las 21:30 con un nuevo cargamento de cervezas y de vino. entre otras cosas. Me comentan que han conocido a una simpática lugareña llamada María y que han visto unos embarcaderos muy curiosos en el otro lado de la bahía, en el de las boyas.
También oigo comentar que esta noche van a dar buena cuenta del pulpo que guardaba en mi congelador, digo guardaba porque antes de bajar a tierra ya lo han dejado descongelándose.
Como no puede ser de otra manera, McAlmirant toma las riendas de la cocina. Además de ser un gran submarinista y un buen pescador, este hombre es un excelente cocinero.
Cazuela con agua salada al fuego, cuando hierve, el pulpo a dentro y a fuera, cuando vuelve a hervir, el pulpo a dentro y a fuera, y cuando hierve por tercera vez, el pulpo a dentro y a fuera de la cazuela. Luego se deja dentro unos tres cuartos de hora con unas patatas mientras va hirviendo y cociéndose.
La verdad es que todo tiene una pinta excelente, y creo que va a durar poco.
Para poder digerir el pulpo que se acaban de zampar, deciden saltar otra vez a tierra, para tomarse unos mohitos y a mover un poco el esqueleto siguiendo los ritmos cubanos que ofrece el único bar que hay en el paseo maritimo de Porto Colom.
Cazuela con agua salada al fuego, cuando hierve, el pulpo a dentro y a fuera, cuando vuelve a hervir, el pulpo a dentro y a fuera, y cuando hierve por tercera vez, el pulpo a dentro y a fuera de la cazuela. Luego se deja dentro unos tres cuartos de hora con unas patatas mientras va hirviendo y cociéndose.
La verdad es que todo tiene una pinta excelente, y creo que va a durar poco.
Para poder digerir el pulpo que se acaban de zampar, deciden saltar otra vez a tierra, para tomarse unos mohitos y a mover un poco el esqueleto siguiendo los ritmos cubanos que ofrece el único bar que hay en el paseo maritimo de Porto Colom.
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